jueves, 21 de noviembre de 2019

Cartas de él para ella.

Mi bella Marie ya han pasado dos días desde que llegue a Constantinopolis hallandime sano y lleno de vigor.
Estas tierras son extrañas pero llenas de una belleza que no envidian a la vieja Roma, su gente me ha ofrecido una hospitalidad y cariño que no esperaba. Tal vez la vida quiera decirme que no todo esta perdido y he de sanar.
Pese al lienzo que se dibuja frente a mi es distinto al que pudiera imaginar hace unos meses el dolor que yace en mi pecho continua latente como el corazón de un nonato que late por vivir, leve, pero constante.
He tenido tiempo de recapacitar e indagar en mi interior sobre lo que te hable. Me di cuenta que el marchar de padre de este mundo es algo que no había superado, todo lo que no pude decirle me emponzoña el alma y torna mi mente y aun no hallo la manera de encontrarle solución.
Ahh Marie, nunca entendí porque nuestros padres nos criaron con tanto dolor y sufrimiento, nunca entendí cuales fueron las causas por las que no quisieron quererse o más bien él dejo de respetarla.
Siempre admiré a mater por su enorme tenacidad ante su pasado, el mero hecho de recordar todo lo que vivió me exige ser acérrimo fiel a su conducta pese a que su fuerza no es más que una sombra que se deshace con el tiempo, ¿Es posible que ella si este cansada de la desidia de este mundo?
Respecto a pater... hubo un tiempo que admire el hecho de haber criado a los cinco pese que no todos fueran sus hijos, al crecer la imagen que tenia de él fue desfigurándose al ser consciente que clase de persona fue y se convirtió, en como transformó a mater en ira y frustración.
Al mirarme en el reflejo del agua al lavarme la cara soy consciente de lo cerca que he estado en ser como él, despiadado, cruel, tenazmente amargo, apartando de mi lado aquellos que me importaban y a los que les he importado.

No puedo negar que cada noche su fragancia invade mi mente, su mirada volatiza mi sueño y mi error subyuga mi ánima. Hay días en los que me despierto y mi mente la dibuja a mi lado, si tan solo pudiera haberme callado... siempre he odiado ser un romántico.

Hoy bajare al gran bazar he oído maravillas de el, trato de buscar en entretener mi mente para acallar la ausencia de sus caricias, quizás el aroma de las especias, el rubor de las alfombrar, el brillo del metal labrado y los viejos papiros que ahí se encuentren sean el paso a un mundo nuevo ya olvidado donde me permita vagar en paz.

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