Veras, nadie puede elegir su destino, un rey puede mover a un hombre, un padre reclamar a un hijo, pero no olvides que aquellos que te mueven, aunque sean reyes o sean hombres con poder, tu eres el único responsable de tu alma. Cuando compadezcas ante dios, no podrás decir que otros fueron dueños de tus actos o que la virtud no era la oportuna en aquel momento, eso no es suficiente.
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