viernes, 12 de octubre de 2012

Letras de a pie.

Siempre comienza de la misma forma.
No importa la forma que adquiera o el valor que tenga el objeto en concreto.
Siempre es el mismo comienzo, y es el sonido de un objeto rompiéndose.
No importa que palabras se digan después.
No importa si son de suplica, devoción o compasión.
Ya todo da igual, siempre comienza de la misma forma y siempre le corresponde la misma imagen.

Un niño ve como su madre yace en el suelo entre lagrimas, del mismo modo puede ver a un padre en pie con el puño apretado.
Mismas palabras mismos actos, golpe tras golpe le hacen recordar a la madre lo inútil que es, lo desgraciado que los hace sentir. Que su estupideces y torpeza no son mas que el pico del iceberg de la desgracia que acarrea esta familia.

El con el pecho inflado se sienta y comienza a comer, una cena esplendida, como la de cada día.

-Termina tu cena y sal al patio chico. Divierte un poco, ya me puedo imaginar lo tortuoso que puede ser pasar las veinticuatro horas con esta loca.

El chico se termina lo que le quedaba en el plato lo mas rápidamente posible y sale corriendo al patio.

-¡Mira como corre dentro de casa, así es como educas a nuestro hijo en nuestra ausencia!

Todo se rompe y se hace añicos, una silla, un plato, una cara.

Y ahí en el oscuro patio el chico esta, con sus pensamientos e ilusiones, preguntándose porque su madre los hace tan desgraciados.

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